La mayor parte de las medidas que deben tomarse para que una vivienda sea sostenible deben desarrollarse, idealmente, antes de su construcción. La edificación sostenible es ecológica, confortable y duradera, siendo además barata para el inquilino al reducirse el consumo de energía. Algunas de las medidas más importantes pasarían por: realizar un diseño bioclimático previo, dando una orientación adecuada a la vivienda que optimice la luz y el calor del sol recibido; utilizar temporizadores que permitan desconectar la calefacción cuando no se está en casa; emplear de instalaciones energéticas más eficientes, utilizando bombillas de bajo consumo, electrodomésticos de clase A y calderas de biomasa; utilizar sistemas de producción de energía renovable como paneles solares y molinos de viento; usar materiales de construcción con bajo impacto medioambiental; aislar todas las superficies de la vivienda; y emplear un sistema hídrico sostenible que aproveche, cuando sea posible, el agua de lluvia y las aguas subterráneas, así como la utilización de grifos reductores del caudal de agua.
Desde 2006, el Código Técnico de Edificación promueve la disminución del consumo de energía en edificios nuevos. La obligaciones de constructoras y promotoras inmobiliarias son variadas: deben mejorar el aislamiento térmico de ventanas, puertas, tejados y paredes; deben instalar sistemas solares que, dependiendo de caza zona climática, aporten hasta un 70 por ciento del agua caliente, etcétera. Asimismo, estas medidas afectarán también a edificios en rehabilitación.
Por otro lado, en 2007 entró en vigor el Reglamento de Instalaciones Térmicas, así como un sistema de certificación energética para edificios de nueva construcción. Este sistema de certificación obliga a que, cuando un edificio nuevo se venda o alquile, se ponga a disposición del comprador o inquilino el certificado de eficiencia energética en el que se determina la eficiencia del conjunto, permitiendo al residente determinar el dinero que se puede ahorrar al comprar o alquilar una casa más eficiente. Los niveles de eficiencia van del nivel A, para los edificios más eficaces energéticamente hablando, hasta el nivel G, los menos eficaces. Asimismo, en el mismo año 2007, se aprobó el Segundo Plan de Residuos de Construcción y Demolición con el que se quiere minimizar la generación de residuos y obliga a que cualquier proyecto de edificación contemple la reutilización y reciclaje de la mayor parte de los materiales de construcción utilizados.
En este sentido, promotores inmobiliarios y constructores ya se han quejado denunciando que este conjunto de medidas les acarrea un sobrecoste aproximado del 20 por ciento sobre el valor final del edificio. No obstante, lo cierto es que el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible señala que este sobrecoste no llega ni al 5 por ciento. Además, debemos considerar que este sobrecoste se rentabiliza en pocos años, ya que los nuevos residentes de las viviendas se ahorran un buen dinero en las facturas de electricidad, gas y agua.
A pesar de todas estas medidas, desde mi punto de vista, éstas siguen siendo insuficientes y hay mucho que avanzar en este terreno. En mi opinión se debería aumentar el nivel de autosuficiencia energética de los edificios de nueva construcción, reducir el IVA de materiales y productos de menor huella ecológica, desarrollar medidas de eficiencia hídrica para ahorrar agua, impulsar medidas para no afectar al bioclima, aplicar medidas de sostenibilidad a edificios ya construidos, fomentar la utilización de materiales reciclados, etcétera.
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